lunes, 21 de abril de 2008

Etapa 4ª. 07/04/2008.Villalon de Campos - Sahagun. 37 km

"Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo". Victor Hugo
La noche ha sido un poco mejor que la primera. La costumbre amolda el cuerpo y he conseguido dormir lo suficiente como para tener cara de marsopa. Nos levantamos como programados y empezamos a organizarnos: aseo, ropa, bicicleta. Dejamos todo recogido lo máximo posible, apagamos luces y salimos a la calle. La idea es llegar a León, ya veremos. Félix se ha vuelto a echar el ungüento de fuego y sonríe porque el dolor ya no esta. Con la alegría de la noticia cerramos el albergue y vamos al bar a desayunar.
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Es temprano, hemos quedado con la chica del bar a las 7:30 pero no apuramos el tiempo por si acaso ella no madruga. Hace frió, el del tiempo acierta de pleno, esto esta cambiando. Llegamos al bar a las 7:45. Nos regaña de buen talante porque ella ha sido puntual. Desayunamos, compramos agua. En el bar un hombre nos informa de que este camino es solitario pero esta mejor que otros, su hijo, nos dice, ha hecho alguno. Nos despedimos de los pocos clientes del bar, de la chica de las llaves y vamos a comprar unos plátanos. El frutero nos indica como salir y nos dice que a León unas tres horas, ozu, como pedalean algunos.
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Como en otras tantas veces dejamos Villalón en silencio y por la puerta de atrás que ahora nos empuja hacia adelante; al rato ya solo es un recuerdo a nuestro paso que el camino ira dando forma. Félix pedalea alegre, parece que el bálsamo de fierabrás ha cumplido su cometido, una pena que no me halla quedado con el nombre, era algo de “fire”.
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A la entrada al pueblo de Fontihoyuelo, al pasar por unas naves de trigo, nos reciben tres miembros de la familia canina con poco apego a los extranjeros, Ángel que va el primero con Lolo se para y pone la mano como la guardia civil en los controles y hasta da el alto, los perros cambian de rumbo hacia nosotros que venimos en corto, yo me bajo y pongo la bicicleta en medio, el mas grande, un mastín, ladra pero no se acerca, los otros dos de mediana estatura le siguen, se van alejando a la vez que nosotros. La mayoría de estos perros son territoriales y únicamente pretenden que el extranjero desaparezca, por mi propia experiencia cuando un perro va a morder ladra poco, enfila hacia el objetivo sin titubeos y suele ir gruñendo. Al parecer estos perros deben ser habituales porque el track que llevamos se desvía en ese punto y da un rodeo por encima de un montículo de setos para dar al medio del pueblo. Nosotros volvemos a donde estaban los perros para entrar en el pueblo, ya no están, pero vamos mirando.
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Dejamos Fontihoyuelo en pocas pedaladas porque es un pueblo pequeño, antes de llegar a Santervas de Campos, Félix se rompe del todo, dolor agudo en la rodilla que el calor de la pomada había disimulado para que tomara confianza. Estamos a 25 Km. de Sahagun, muchos de León y los siguientes pueblos no disponen, según mi información, de muchas formas de transporte. Félix pedalea pero muy despacio y nosotros nos adaptamos al ritmo, aquí somos como los mosqueteros. Logramos convencerle entre todos de que en Sahagun tiene que parar, parece que esta de acuerdo porque sabe que va mal. Una faena porque este viaje no termina aquí, si los tres que quedamos sanos llegamos a León en la siguiente parte ya tenemos a uno descolgado que se tiene que buscar la vida para hacer 50 Km o dejar sin hacer ese tramo. Pero claro, como en todas las cosas el destino siempre juega baza.
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A medida que el día entra lo acompañan las nubes que el pronostico había anunciado, por el horizonte se empiezan a ver nubarrones negros de los de descargar chuflos de punta afilados. Félix nos dice que sigamos a nuestro ritmo que el ya llegara a Sahagun, la fortuna le compaña porque el camino por donde discurrimos no tiene piedras lo suficientemente gordas como para darle con una en la cabeza. Se entiende perfectamente que él tiene que decirlo, pero al menos por mi parte me parecería que le dejo tirado, de hecho, la idea de que se quede solo en Sahagun no me convence del todo.
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Paramos en Arenillas de Valderaduey para hacer una foto. Una mujer nos dice que si somos peregrinos sigamos por la orilla del río y llegaremos hasta Grajal de Campos, el camino esta bien indicado pero agradecemos las indicaciones. Las nubes empiezan a cerrarse y yo anuncio que como llueva me paro en el primer pueblo que sea y ya veré si sigo. De este año tengo la experiencia de la Clásica de Valdemorillo con lluvia y frío y lo que menos me apetece es pasar por lo mismo y de momento frío ya llevamos.
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No llegamos a entrar en Grajal de Campos porque llevamos la duda de si seguiremos a León, así que ya vamos con las prisas de no ver nada, Félix necesita calma, no debe forzar no sea que la pifie a base de bien. Vemos su castillo desde los lejos y hacemos una foto de recuerdo. Nos quedan 5 Km a Sahagun..
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A medida que nos acercamos a Sahagun las nubes se cierran mas, parece que nos sigan, mirando a ver cuales son nuestras intenciones. Ángel y Lolo me preguntan que voy a hacer, los dos que llevamos GPS somos Félix y yo y aunque el camino esta bien señalizado supongo que irían mas tranquilos si llevamos el “parato”. Les digo que vale, que sigo, pero que si empieza a llover yo me paro en el pueblo más cercano y que mañana continuo, soy el que menos prisas lleva y nos quedan 50 Km. Tampoco es una solución demasiado buena porque Ángel tiene que volver hoy como sea y si yo me paro, o se paran los dos, o Ángel sigue solo, o solo siguen él y Lolo, o me toca seguir a mi. Mala solución de cualquiera de las formas si empieza a llover. No obstante acordamos ir a la estación a dejar a Félix y preguntar horarios de tren de vuelta desde León, yo había mirado los horarios en la pag pero siempre es mejor asegurar en la estación.
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Llegamos a la estación de tren de Sahagun a eso de las 11:50, delante de nosotros un señor esperando a que el taquillero le informe del precio y posible reserva de un viaje en litera. En este punto, el destino (llamémoslo así) empieza a barajar sus cartas.
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El taquillero de Sahagun parece tener ordenes de retenernos en la estación hasta que el madroño dé sus frutos. Todas las preguntas que el señor de delante nuestro le hace, son contestadas con argumentos tan absurdos como:
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- (taquilllero). ¿Y cuantas personas irían en el compartimiento?...
- (cliente). Dos.
- (taquillero). ¿Del mismo sexo?...
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Yo empezaba a pensar que aquello era una cámara oculta..
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- (cliente)...¿y eso que mas da?
- (taquillero)..tengo que llamar a León para confirmar una cosa...
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???????
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Pasados unos minutos le preguntamos al señor si le importaría colarnos para sacar el billete de Félix y consultar horarios, viendo el percal el señor accede gustoso. Cuando el taquillero vuelve y le explicamos el cambio momentáneo pone cara decir que el sol sale a su hora y nunca se adelanta, aun así nos atiende. La primera en la frente nos la llevamos cuando le pedimos que nos ponga el sello en la credencial y nos dice que nos sabe si debe, que el sello se pone en otros sitios, (yo empiezo a mirar a todos lados, seguro que Juan y Medio esta detrás de todo esto), después de ruegos y explicaciones, accede no muy convencido y lo planta. Es de entender su actitud de desconfianza por si utilizamos el sello para hacer algún desfalco, dado que pone, en letras rectas, sin dibujos ni direcciones, ni filigranas: “Sahagun”.
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Casi veinticinco minutos después de llegar ya tenemos el sello en la credencial, no va mal la cosa. Félix pide un billete para Madrid y lleva una bicicleta, el taquillero pone cara de: “no se, no se”. - Si va con una bicicleta se tiene que subir en el primer o el ultimo vagón y si fuera mucha gente es posible que tenga que esperar a otro tren...- (vaya tela). Félix lo acepta todo y paga su billete, imagino que esta pensando que si se sube en el tren van a tener que venir lo geos a echarlo. Acto seguido preguntamos el horario de trenes de León a Madrid y segunda en la frente. Yo había visto en la pag de RENFE que el ultimo tren de León salía a las 19:10, pero me había equivocado y era a las 16:50. Son casi las 12:30 y tendríamos que hacer según la teoría 50 Km, estamos pillados hasta las trancas, empezamos a movernos para salir de najas y en una de las veces que miro a la calle veo el cielo como las gónadas de un grillo y lo que me parece una gota de agua. En segundos me vuelvo y la tercera en la frente la pongo yo... yo no sigo me vuelvo con Félix. Ángel y Lolo ponen unas caras que no tenían, Ángel de asombro y Lolo de enfado-disgusto, miramos a la calle y vemos que estan empiezando a chispear gotas gordas, Ángel secunda la noción, también se queda, Lolo no dice nada. Les digo que si ellos quieren seguir sigan, pero no quieren perderse, dicen. Les ofrezco el GPS y un curso rápido, lo malo es que tendrían que llevarlo en la mano porque mi soporte va con abrazaderas y ponerlo lleva un rato, únicamente expongo que si se les cae y se rompe con comprarme otro es suficiente. Félix dice que su soporte se quita y se pone rápido pero tampoco quieren. Al final nos quedamos todos. Flota en el ambiente una calma tensa, pero en mi opinión y dado que nadie esta forzado a hacer nada que no quiera es lo mejor, así la siguiente parte la empezaremos todos juntos... si es que nos volvemos a juntar.
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Como el tren sale a las 14:20 nos ponemos a la cola para coger nuestros billetes, delante de nosotros el señor del principio y detrás de él un extranjero con cara de no enterarse de nada. Al grupo se han unido tres ancianos que se sientan en un banco a ver el espectáculo, (me da que lo hacen a menudo) y detrás nuestro dos hombres jóvenes y otro de mediana edad... ¡20 minutos! después, el hombre que estaba al principio de la fila sigue allí. Seria inenarrable contar la cantidad de perlas que llegamos a oír, las veces que el taquillero llamó a León y los suspiros, risas y blasfemias de desesperación que se llegaron a soltar en la fila sin que el buen hombre se inmutara lo mas mínimo. Ángel le pide al extranjero que por favor le pida su billete al taquillero en Castellano, que en ingles la cagamos. Después de vivir esta situación durante mas de una hora y que parecía sacada de un chiste de Forges, por fin nos despachan nuestros billetes, son las 13:17. Nos vamos a comer un bocata que para otra cosa no hay tiempo.
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En un bar cercano a la estación damos cuenta de unos bocadillos de lomo y unas cervezas, todo sin prisa pero sin pausa, que hay que coger el tren. Una vez en el anden nos separamos en dos parejas para molestar lo menos posible, dos al vagón primero y dos al ultimo. Cuando el tren para nos damos cuenta de que estos vagones llevan el dibujo de una bicicleta y en el interior hay un espacio habilitado para llevar tres-cuatro bicicletas sin la menor molestia para nadie. Válgame el taquillero, tenia cara de buena persona pero la empanada que portaba era de las mas gordas que he visto en estado sobrio. Como colofón, aunque nos había dicho que nos teníamos que dividir en los dos vagones, nos da los cuatro billetes para el mismo. Al menos la revisora no nos dice nada y le resta importancia a que Ángel y yo vayamos sentados tres vagones atrás de lo que dice nuestro billete.
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La vuelta la hacemos hablando de las decisiones que se toman y de las consecuencias que conllevan, del taquillero de Sahagun, de la mojama, de que en septiembre podríamos intentar la segunda parte. De nuestro pequeño viaje que ya es pasado. Realmente solo existe un tiempo verbal que se vive, un pasado que solo es recuerdo y un futuro que se va trasformando a cada segundo que pasa. De momento hemos escrito la parte de Madrid a Sahagun, el que llaman Camino Real de Madrid. Nuestro siguiente objetivo es llegar a Oviedo por el Camino de San Salvador desde Sahagun, el cuándo es otra historia.
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Nos despedimos en el anden de Chamartin y cada cual tira por su lado. Yo salgo andando por el mismo sitio por el que entré hace tres días y veo que Pili me está esperando con el coche en la calle. Nos saludamos y me pregunta; aun falta un rato para contar, hay que llegar a casa. Prefiero ir en bicicleta, las nubes están para descargar hasta del suelo hacia arriba pero no me importa mucho mojarme, de hecho me da igual. Como alguien dijo una vez “razones que la razón no entiende”. Diez minutos después de llegar a casa empieza a caer una tromba de agua que hace que me ría mientras miro por la ventana. Da igual lo que queramos, lo que nos importe o nos disguste, las cosas siempre son como tienen que ser. Ultreia peregrinos.

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