lunes, 21 de abril de 2008

Etapa 3ª.06/04/2008. Puente Duero - Villalon de Campos. 84 km

"Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro". Confucio
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Noche rara entre ruidos corporales y movimientos de acople. Son la siete y poco y empezamos a movernos. Después del rato personal de baño, recogemos las cosas y ponemos rumbo a la gasolinera para comprar acuarius y algo de comer. De seguido a desayunar al único bar que parece abierto, quizás por la hora hace frió, ya veremos cuando el día salga. El del tiempo había dicho que el domingo empezaba a cambiar, ya se esta notando. Al igual que en Segovia me quedo en la puerta esperando, hoy tampoco tomo café, llevo tiempo sin hacerlo y no voy a empezar aquí. Me tomo una barrita y un trago de acuarius.
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Al rato salen los tres cafeteros del bar echando pestes por el olor a tabaco, colocamos todo y decimos adiós a Puente Duero. Félix se nota molestias en la rodilla, empieza a sonar mal el asunto pero con el descanso y el fastun gel parece que los pinchazos de momento no están.
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Se sale de Puente Duero por el puente que da nombre al pueblo, un puente medieval que fue reconstruido a mediados del siglo XIX después de que en 1812 las tropas francesas volaran el original. El puente esta regulado por dos semáforos ya que no caben dos coches a la vez así que es mejor esperar al verde para cruzar, no halla sustos.
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Pasado el puente, el camino original se desvía a la izda. para coger el margen del río, pero en el caso de los ciclistas es mejor seguir por Ctra. ya que nos volvemos a encontrar con arena y graba que impide el pedaleo. Aproximadamente 1,5 Km después empieza un carril bici pintado de verde que nos dejara en rápido descenso en Simancas. Cruzamos la Ctra. y entramos en el pueblo, poca gente porque es pronto. Nos hemos cruzado con algún ciclista y en el campo de fútbol están echando un partido. Nos hacemos una foto en el puente que da acceso al centro del pueblo.
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Simancas es conocido entre otras cosas por su archivo general y por la batalla que lleva su nombre. El castillo fue prisión del estado en época de los Reyes Católicos, esta muy bien conservado y como nos ocurriría en Coca solo nos hacemos unas fotos por fuera. Lo que hemos bajado desde Puente Duero ahora tocado subirlo, primero para llegar a lo alto del castillo, una cuesta empinada nos empieza a calentar las piernas y en igual ascenso nos vamos despidiendo de las casas. Hay que andar con ojo porque desde el castillo tenemos que buscar las flechas que nos llevan a un paso subterráneo que evita la Ctra. general que lleva al camino de tierra en dirección a Cigüñuela. Si se esta atento no hay problema porque esta muy bien señalizado.Desde Simancas son curiosas las figuras en hierro forjado que nos acompañan en el camino. Son figuras en relieve y planas, de unos dos metros de altura; son escenas de muchos caminos, durante algunos Km las iremos viendo, así como los mojones y algún cartel indicativo. El camino es solitario y se alterna con toboganes de sube y baja entre las plantaciones de cereales. Félix esta regulando porque sabe que esta tocado y nosotros también, le preguntamos de vez en cuando y siempre resta importancia diciendo que solo le molesta.

Llegamos a Cigüñuela por la puerta de atrás y atravesamos el pequeño pueblo pasando por delante de la puerta del albergue que esta cerrado. En muchas puertas pone el nombre de las peñas, como siempre graciosos porque imagino que se pone para que se recuerde y cuanto mas subversivo o gracioso sea mejor. A la salida del pueblo nos llama la atención una fachada pintada en tono graffiti que hace alusión a una escena del camino y con chiste de peregrinos, curioso pueblo. El asfalto da paso a la arena y nos recibe en subida, justo al coronar un perro sale a mitad del camino, cuando lo veo me resulta sorprendente el parecido que tiene con el perro que hace menos de una semana se les murió a mis padres, de nombre “perico”. Al ver que nos acercamos salta sobre una valla de piedra y ve como nos vamos, perico ha venido a despedirse.
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Los siguientes Km son llanos de morirse de pie, lo único que levanta del suelo son un grupo de aerogeneradores que se ven a lo lejos; curva derecha, curva izda., de frente un buen rato... y de repente el camino se acaba. Increíble, las tierras de labor se han zampado el camino!!!...A todas luces el que conduce el tractor ha pensado que dos metros mas menos no se van a notar y se lo ha comido. Anteriormente habíamos rechazado el desvio a la Ctra. que nos llevaría hasta el pueblo de Wamba, ahora nos encontramos con la decisión de volver atrás o buscar un camino alternativo... tiene bemoles, que siempre que elijamos entre dos opciones nos quedemos con la peor. Por aquí !! por aquí !!, que parece que hay un senderito. El “senderito” es una bajada entre tozos y a pie, por una pendiente de arrastrar el culo sujetando la bici, o tirar la bici sujetando el culo, !!pero si era todo llano !! ¿!!de donde ha salido esta montaña!!?. Al terminar la pendiente hay un campo labrado con tierra a terrones de pisar y clavar hasta el tobillo. Cuando llevamos media terronera ya vemos la Ctra. de entrada al pueblo y un grupo de ciclistas de Ctra. haciendo su ruta de domingo, el coche de apoyo desde atrás nos toca el claxon, si los pitos hablaran diría: “¿Dónde vais por ahí?”. En unos bancos a la entrada del pueblo nos descalzamos para sacar toda la tierra y quitarnos los pinchos de los calcetines...a Wamba balumba, balamba bu.
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Dejamos Wamba y sus terrones para volver al camino y a los llanos de cereal. Antes de llegar a Peñaflor de Hornija un tramo técnico de pedrolos nos saca del monótono paisaje, este tramo da final a un cartel de información del camino. En muchos pueblos los hay, tienen un mapa de la ruta con los Km entre pueblos con breves descripciones. En este caso nos fijamos poco en el cartel porque la cuesta que se nos presenta delante tiene tela; tendrá unos 700 m, pero a la vista impone por el desnivel. Directamente Félix y yo nos subimos a pata, Ángel y Lolo prueban suerte... casi llegan.


En Peñaflor de Hornija perdemos mucho tiempo porque es un pueblo muy escalonado, el desnivel de la cuesta inicial se torna a la salida en unas largas escaleras que tenemos que bajar andando. El pueblo, como la mayoría de los que hemos pasado, ligero de gente, sin embargo las pocas personas que vemos son muy acogedoras, nos preguntan sobre nuestro camino y hasta nos ofrecen cerveza. Si se dispone de tiempo pasar por todos los pueblos es de cumplimiento obligado, en nuestro caso hubiera sido mejor bordearlo.
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Según la hora y nuestros cálculos nos proponemos comer en breve, así que sin muchas dilaciones empezamos a devorar Km. Félix sigue regulando y se nota porque se queda muy atrás cuando el terreno se empina y desde que salimos de Peñaflor estamos encontrando algunas cuestas. Aunque intenta no forzar en exceso, el simple hecho de los Km acumulados pasa factura. Pasamos Castromonte, Valverde Campos y ya por asfalto llegamos a Medina de Rioseco. Por tratarse de un pueblo grande con todos los servicios decidimos comer y hacer algunas cosillas pendientes.
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Medina de Riseco es un punto importante por muchos motivos. A parte de su patrimonio histórico que es tremendo, es enlace o comienzo del Canal de Castilla, otra ruta ciclista digna a tener en cuenta. Dispone de todos los servicios y si lleváramos el tiempo que siempre nos viene ladrando seria de rigor hacer una visita mas a fondo. En el primer bar que encontramos damos cuenta de una bocatas variados y unas hermosas rubias nos aclaran la garganta. Sacamos dinero, cargamos móviles, compramos agua y ya listos para seguir, poco a poco Medina de Rioseco se nos va quedando pequeño.
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La salida de Medina de Rioseco la hacemos por entre unas naves industriales, algunas en claro abandono y por un camino de tierra que termina pronto para dar paso a unos 3 Km de Ctra. con trafico pero buen arcen. Las flechas nos desvían a la dcha. de golpe y a partir de aquí hasta Berrueces por caminos anchos y cómodos.
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Los siguientes pueblos los pedaleamos a ritmo tranquilo pero sin muchas pausas; paisajes llanos que ven a lo lejos los caminos que parece que no acaban. Sin mucho cambio a la vista dejamos atrás Moral de la Reina. Entre Cuenca de Campos y Villalón de Campos circularemos por una vía verde, la del “Tren Burra” y ya por esta vía, en la que vemos mucha gente paseando, llegamos a Villalón.
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Hoy el día ha terminado mas joven y no hemos llegado muy tarde, lo primero que hacemos es parar en la gasolinera y limpiar las bicicletas, son las que nos llevan y hay que cuidarlas. Luego las engrasaremos.
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Preguntamos por el albergue y sin perdida de tiempo callejeamos hasta llegar a la puerta. El albergue es relativamente nuevo, era la antigua casa de los curas que se ha reconvertido; fachada color tierra para un interior con aire de parador peregrino. Dispone de 28 plazas en dos plantas, cocina, salón con televisor, cinco duchas con agua caliente y un sitio interior para guardar las bicicletas, un completo lujazo. En la puerta pone que las llaves están en un bar de cuyo nombre no puedo acordarme, así que sin dilación y con muchas ganas de agua preguntamos y nos plantamos allí. El bar esta en la plaza del pueblo. Ángel y yo entramos a por la llaves entre las miradas de toda la gente que inunda las mesas jugando a las cartas. Le informamos a la chica que somos peregrinos y si nos puede decir donde encontrar al hospitalero, nos dice que no hay hospitalero y nos da las llaves volviendo a lo suyo. Preguntamos si tenemos que hacer algo y con cara de saber menos que nosotros, pone gesto de no saber. Le informamos que luego subimos a cenar y que ya hablamos, ella asiente sin darnos mucha importancia. Salimos del bar algo impactados por la confianza que en ciertos sitios se da por hecho.
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Como aun es temprano nos hacemos una fotos en el Rollo de la Villa. El Rollo es una especie de picota con figuras góticas que ocupa el centro de la plaza. Este monumento se erigió en el año 1523, se asienta sobre una planta octogonal que tiene cuatro o cinco escalones; servia como símbolo de Jurisdicción.
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Después de las fotos enfilamos hacia el albergue, ahora toca ducha y un poco de relax. Hoy han sido menos Km pero el cansancio también se mete entre hueso y piel. Terminamos de limpiar las bicicletas, acoplamos las alforjas en nuestra litera favorita y abrimos el grifo...!coño que fría sale!. Claro, hay que encender el calentador. La casa dispone de dos “paratos” que funcionan como uno solo, (necesitaremos un buen rato para descubrirlo) el calentador pequeño encima del fregadero y la caldera grande que esta detrás de una puerta que hay en la cocina y que cuando llegamos esta cerrada. Probamos con una de las llaves del manojo, ya esta abierta. Ahora toca investigar como carallos funciona el conjunto sin que el albergue vuele por los aires. Necesitamos unas 7 cerillas para llegar a la conclusión de que el calentador pequeño no se enciende a la fuerza, que es muy suyo, así que probamos con el grande. Como si del hallazgo del fuego se tratara y de forma también casual como suelen ser estas cosas, logramos encender el calentador pequeño después de abrir una llave de paso de la caldera grande, suponemos que la del agua. Algo sencillo cuando se sabe, pero nosotros parecemos neandertales después del primer churrasco.
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Después del segundo descubrimiento que consiste es que si las duchas se abren a la vez, uno de los grifos al azar da agua fría, nos duchamos por turnos. Que bien sientan las cosas dependiendo del momento en que se hagan, a mi la ducha me transporta a las termas romanas, mi fastun gel en la rodilla y a por el siguiente paso... callar las tripas.
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Félix hoy no quiere darse fastum gel, en el salón hay una caja con medicinas y una pomada con aspecto de dinamita entubada que pone algo de “te voy a poner el músculo como la zarza del Moisés”, yo prefiero lo conocido pero él decide probar. En pocos minutos pone cara de soplar para dentro, tiene la rodilla peor pero el calor del ungüento calma la avería.
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Firmamos en el libro, dejamos una dedicatoria al pueblo y su albergue y ponemos en la caja del donativo cinco leuros por cabeza. Pone que el donativo son cuatro pero nos parece que el sitio lo merece y seria una pena que no siguiera como esta. Miramos algunos folletos informativos que hay en la mesa y cuando estamos todos listos ponemos rumbo al bar sin nombre.
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Enfrente del albergue, el tanatorio y funeraria San Juan, por si alguno esta indispuesto. En los soportales unas antiguas casas que están sujetos por vigas de madera, nos hacemos unas fotos. Enfrente una fuente con peces, mas fotos. Vamos paseando de forma tranquila por la calle que da a la plaza. Ya en el bar nos dicen que no hay cena hasta las 20:30, nos vamos a dar una vuelta. En un bar de no demasiado lejos nos tomamos unos botellines viendo los resultados de la jornada y a la hora indicada nos volvemos a cenar. Salvo otra pareja somos los únicos en el comedor. De cena sopa y pollo asado. Nos ven con cara de hambre así que nos traen una fuente con sopa de cocido que dejan encima de las mesa, la chica nos dice que si nos quedamos con ganas hay mas. Como antes de otras cosas tenemos la cortesía por bandera, cuando acabamos con la primera fuente pedimos una segunda y según reza el refrán, “la sopa, lo mismo engorda mucha que poca”, nos la zampamos también, entre 4 y 4,5 litros de sopa nos hemos ahuecado. Entre medias varios vaso de vino de la casa que está de impresión. Ángel ha parado con el vino antes porque tiene que medicarse, Lolo no bebe alcohol, así que Félix y yo nos ponemos de vino como Lucas trapaza. Del pollo del segundo plato damos cuenta como si fuéramos perros de la guerra, se puede ver el código de barras de los huesos. De colofón un arroz con leche, yo no debería pero al final claudico.
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En esta ocasión la camareras no tienen nada de mojamas, por el acento son rumanas o de algún país cercano y si en algún momento decimos alguna tontería, que serian unas cuantas pero todas con el debido respeto, la aguantan con una sonrisa. Acordamos con una de ellas que por la mañana llevaremos las llaves entre las 7:30 y las 7:45. Entre risas y con algún componente de la comitiva en clara alegría etílica, nos encaminamos de vuelta al albergue. Foto en el rollo de noche que esta bonito.
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Ya en el albergue a prepararse para dormir. El arroz con leche empieza a hacer sus efectos en mi colon y en el cuarto de baño dejo muestras de lo que es ventosear en estereo, a las risas de fuera se unen otras notas, también en do mayor que no tienen nada que envidiar a las mías... parece que hay mas intolerantes a los lácteos que lo desconocen.
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Movidos por la osadía que da el tinto de la tierra, nos aventuramos a la planta de arriba, habitación con literas y duchas. Después bajamos a una especie de bodega que tiene forma de cripta, con la linterna en la mano parecemos sacados de un libro de los cinco. La bodega impone cierto respeto; después de bajar cinco o seis escalones desgastados por lo años, se llega a una especie de ancho pasillo semi-abovedado sin luz; el suelo es de tierra compactada y las paredes de ladrillos de adobe, se respira el aire rancio y húmedo de los sitios cerrados a un nivel inferior del suelo, aun quedan algunas botellas de vino vacías. Después del reconocimiento y algún chiste de noche de campamento nos metemos en los sacos. Ya en el silencio de la noche un ruido extraño en la casa, de puerta o de madera, nos tensiona durante unos segundos, quizás la casa de los curas tenga su leyenda. Nosotros la aceptamos y al rato nos reunimos con Morfeo, le pregunto por Baco, por si estuviera cerca... yo me tomaba otro vinito. Ultreia peregrinos.

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