lunes, 21 de abril de 2008

Etapa 2ª.05/04/2008. Segovia - Puente Duero. 120 kms

"No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros". Paulo Coelho
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Son las seis de la mañana y ya ando dando vueltas. Un cuarto de hora después me levanto despacio para no despertar a nadie y entro en el servicio para deshacer las legañas y que los ojos se me abran un poco mas. Mi gata me sigue como todas la mañanas para tomar su ración de leche y después volverse a la cama, antes me despide con unos restregones por las piernas, aunque le mueve el interés es la única que se ha levantado. Este sábado es distinto por varios motivos; mis suegros están en casa porque les están poniendo el suelo en la suya y hoy empieza la parte de camino que me tendrá tres o cuatro días fuera.
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Ayer deje preparada la bicicleta con todo montado, así que únicamente necesito ocuparme de mi mismo. Intento hacer el menor ruido posible y al parecer lo consigo porque no oigo nada, entro a la habitación y me despido de Pilar, dudo si se ha enterado porque vuelve a caer en la cama como un leño.
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Desde casa a la estación de Chamartin tengo 7 Km, aun es de noche y espero que no halla mucho trafico. Cuando salgo por la puerta del garaje son las 7:05, el tren pasa por Chamartin a las 7:55. Miro hacia las ventanas a ver si veo alguna cara que me despida y me desee buen viaje pero lo único que hay es el silencio de los sábados y la oscuridad de los cristales. Mi cuñado que vive en el piso de al lado enciende la luz de su cocina y mira a la calle, le digo adiós con la mano y empiezo a dar pedales.
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De camino a la estación paro en un banco y hago una foto, me gustan las calles vacías de noche, el encanto se rompe con un ibiza y dos descerebrados que entran en la rotonda chirriando ruedas. Sigo camino despacio y atento a los ruidos, en 35 minutos me planto en la estación.
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Chamartin esta en pleno bullicio, toda la gente que no andaba por las calles esta aquí. Entro empujando la bicicleta y me dirijo hacia las taquillas, en unos bancos hay cuatro gitanas con tres niños cantando la canción de eurovisión y soltando gracias al viento, una de ellas me ve y desde lejos me grita:
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- eh tu ciclista, bailarín ¿dónde vas?...llévame
- ya llevo mucho peso, no puedo con mas...(no pretendía hacer la gracia pero la gitana parece don pimpón)...
- y tu que culo mas grande tienes ¿no?.. (me dice, por el culotte)...
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...y se acerca hacia mi haciendo el gesto de tocarme el culo con las dos manos. Sonrió y sigo mi camino, tampoco tengo ganas de montar expolios innecesarios y menos con gente que se suele tomar tan a mal que alguien les haga lo que ellos hacen. Cuando llego a la taquilla sigo oyendo como se alejan con su perorata de canciones eurovisivas y alguna gracia a algún extranjero mochilero. Dos vigilantes las miran con cara de pensar que a ver si se van antes de que alguien les increpe que para que están allí, esta vez han tenido suerte.
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Debe ser por las horas pero el que esta en taquilla tiene la típica cara del que ha sido puesto por sendero luminoso contra su voluntad en una letrina de la selva...
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- Buenos días, quería un billete para el tren de Segovia de las 7:55.
- (Seco) No sabemos a que hora llegara el tren, hoy empezaban las obras en el túnel de barajas y hay cortes.
- ¿Y que hago?.
- (Seco) Pues no se, vuelva en un rato a ver si tengo mas información. De todas formas estos trenes los van a quitar. (Joder, pienso, pues espero que no sea hoy)
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Primer incidente del día. Hablo con Ángel ya que había quedado con él aquí en la estación y me dice que ya esta abajo, en el anden 7. Le informo de la película y le digo que tengo que esperar a ver que me dicen; ahora le llamo.

Mientras espero, una señora que esta en mi misma situación entabla conversación. Ella iba a coger el rápido a Segovia pero sale mas caro que este y si saliera en hora cambiaba. Concha es una segoviana afincada en Cataluña y me cuenta que viene a ver a su familia, en cinco minutos me habla de las obras del AVE en Barcelona, de los si, de los no...a menos diez le pregunto si nos acercamos a taquilla a ver que saben. El taquillero anda con la misma información que antes, o menos, nos dice que el tren puede salir en hora como media hora tarde, pero que venir viene. Sacamos los billetes y nos vamos a una de las salidas que da a los andenes a ver si vemos en los paneles la información, mientras miramos los paneles una voz me pregunta si voy a Santiago. A mi espalda un peregrino. Se puede conocer a un peregrino, por la concha de Santiago, por la mochila, por el bastón, por el moreno de andar, por los pies hinchados y Enrique, así se llama, tiene esas y todas las características típicas y alguna mas. Como es habitual en quienes comparten una idea, empieza a contarme su camino de 15 días desde Roncesvalles, su macroetapa de 65 Km un día, -que andando es mucha tela-; me cuenta que el camino francés se esta empezando a monopolizar a favor del euro, (mas de lo que estaba) en algunos sitios les han cobrado verdaderas burradas por comer mal y hasta me comenta que para dar la compostelana estaban pidiendo que parte de los sellos de la credencial sean de restaurantes, esto ultimo espero que sea una pequeña exageración porque si es así se están cargando cualquier sentido en la peregrinación... mientras Enrique nos contaba estas cosas yo me acordaba del cura de Navacerrada.
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Ángel me llama para ver como esta la cosa y le comento que se suba donde estamos hasta que sepamos por que vía viene el tren, se une a la comitiva y durante un rato Enrique sigue contando cosas hasta que en un momento puntual vemos la información en los paneles.
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Una vez en el tren cada cual nos hemos desperdigamos hacia un sitio. Ángel y yo intentamos molestar lo menos posible y buscamos sitio para acoplar las bicicletas. Es temprano pero el tren va hasta la bandera. En Ramón y Cajal nos asomamos a la puerta para que Santiago nos vea, le decimos que se suba en otro vagón. En El Tejar hacemos la misma operación para Félix y con Lolo en Villalba. Ya estamos todos.
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En Villalba se baja mucha gente y nos podemos acoplar en condiciones. Concha esta cerca y los tres empezamos una conversación que durara hasta Segovia. En Villalba nos habíamos asomado a la puerta para despedirnos de Enrique, que nos desea buen camino.
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La estación de Segovia guarda la imagen de las estaciones de tren de antes, con su reloj redondo sobre la base forjada y las puertas altas. Una vez juntos entramos por turnos al servicio para empezar sin cargas, aquí los servicios están limpios y vacíos. Santiago dice si nos podemos tomar un café antes de arrancar y con las mismas enfilamos hacia el acueducto. Yo normalmente no tomo café, sobre todo por la leche, ya que tengo una pequeña intolerancia a la lactosa que hace que la tripa se me hinche como los globos y pueda, si me lo propongo, levitar del suelo. Después de unas fotos al lado del acueducto me quedo en la calle vigilando todo. Casi a las 10:20 de la mañana empezamos de verdad.
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La salida de Segovia se hace en dirección a la Iglesia de la Vera cruz y Zamarramala, que ya, mas que un pueblo, es un barrio de Segovia por la proximidad. La iglesia se enfrenta al Alcázar desde la parte de abajo y ya se empiezan a ver flechas de forma regular. Popularmente, su origen está ligado a los caballeros templarios, pero no hay base documental para afirmarlo. Los que sí parece que fueron sus fundadores son los caballeros de la Orden del Santo Sepulcro, una orden castellana que consagró la iglesia en el año 1208. Sea como fuere es una iglesia diferente a la mayoría por su planta dodecagonal. La vemos desde fuera porque no podemos entretenernos excesivamente, la etapa de hoy se plantea larga ya que nos gustaría dormir en Puente Duero.
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Llegamos a Zamarramala después de una empinada cuesta de unos 2 Km, seccionando el pueblo por la mitad que a esas horas no tiene mucha gente. Dejamos atrás Valseca, el camino es llano de vista y hay pocos árboles, el día empieza a decirnos que tiene intención de poner la calefacción, menos mal que nos dimos crema. En Los Huertos paramos a hacernos una fotos en una pila de paja, para los lugareños acostumbrados a brear a diario con estas cosas les pareceremos tontos de la baba. Ya aprovechamos y tomamos un pequeño refrigerio como si estuviéramos delante de la pirámide de keops.
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La salida desde el montón de paja y Los Huertos se hace por el antiguo trazado del tren, que ahora esta lleno de grava gorda que se hace muy incomoda de pedalear. En un intento por ir mas relajados nos desviamos un poco del camino, lo suficiente para tener que hacer “salting” con la bicicleta a una valla de alambre. Se ve que en el Camino de Madrid se están empleando a fondo, pero aun quedan muchos retoques. Dejando ya la parte de grava nos cruzaremos con el único peregrino que veremos en el camino. Al llegar a su altura le suelto un buen camino y como no podía ser de otra forma nos contesta con las mismas.
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En Añe las flechas nos desvian hacia el albergue de peregrinos, pero hoy no toca dormir aqui, damos la vuelta y un hombre que riega sus plantas nos ofrece un vaso de vino, es seguro que si paramos nos invita a comer. Cuando dejamos el pueblo, desde una zona habilitada para el recreo un grupo de parejas con niños nos aplauden dandonos animos... que curioso.
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Dejamos atrás Pinilla, Santa Maria la Real de Nieva y Nieva. Paramos a hacer alguna foto pero estamos andando sin muchas visitas, pretender hacer muchos Km y turismo en bicicleta, son antónimos, pero hoy toca así ya veremos mañana.
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En Nava de la Asunción nos espera alguna agradable sorpresa, los tíos de Félix nos esperan para darnos un almuerzo-comida. Paramos en la gasolinera a comprar bebida y Félix habla con ellos por el móvil, nos están esperando a un kilómetro de la entrada al pueblo con la representante de la asociación de amigos del camino que nos va a sellar la credencial. La chica de la asociación, que reúne muchas cualidades a parte de la simpatía, nos pone el sello en la credencial y partimos rumbo a la pitanza. Impresionante...y eso que habíamos pensado no comer mucho: jamón, queso, oreja, fresas. Cuando nos despedimos de la familia de Félix a las casi 14:30 de la tarde, los primeros pedales se acompañan de bufidos y algún que otro regüeldo disimulado...de entrada querían hacernos una paella o un cocido. Gente encantadora.
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Un poco de asfalto y las flechas nos desvían hacia los pinares. Esta parte hay que evitarla en lo posible si se va en bicicleta ya que son de una arena fina y densa que hunde las ruedas, inciclable y penoso. Rodamos solamente durante una rato para después desviarnos hacia la Ctra. y de esta guisa llegamos a Coca y aquí si hacemos una breve parada para ver el castillo.
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El castillo de Coca es un castillo militar de estilo gótico-mudéjar y está considerado el prototipo de castillo señorial castellano del siglo XV. Se asienta en una zona llana que busca su altura y defensa por medio de un ancho y profundo foso de 560 metros de perímetro, que se salva por un puente fijo. Es el mejor foso de Castilla. Entre otras cosas, tiene una mazmorra con un único agujero en el techo, para evitar que los presos escaparan. El castillo es impresionante y aunque no llegamos a entrar, desde fuera se imagina lo que tiene que ser por dentro. La entrada es gratuita. Nosotros solo nos hacemos unas fotos fuera, hay que seguir.

El encanto del castillo me lo rompe de forma momentánea la mirada asustada de un galgo que esta de pie en un parque de enfrente, creo que soy el único que lo ha visto, suelo ver esas cosas. Al no ver a nadie cerca supongo que estará abandonado. Hay varias cosas que me causan una rara pena y una profunda mala leche, el sufrimiento de los niños, los animales o cualquier criatura indefensa esta por encima de otras. No lo puedo evitar. Si yo tuviera que aplicar las penas a quien provoca esos maltratos o abandonos, estoy seguro que Torquemada me tendría miedo. En la segunda ojeada el galgo ya no esta.
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Dejamos Coca por Ctra. y alternamos la ruta con algún camino entre pinos que en seguida tenemos que dejar por la arena. Por suerte, las carreteras por las que hemos ido circulando hasta ahora son de pocos coches y se hacen llevaderas. En Vileguillo paramos a comprar agua, las flechas nos llevan a la nacional de Valladolid donde el trafico es mas fluido, durante unos cuantos Km vamos pegados al arcen sintiendo como los camiones que nos pasan dejan a nuestro lado el aire quieto que nos zarandea como hojas cuando el camión desaparece. Dado que nos gusta muy poco la Ctra. en estas condiciones, empezamos a dar pedales a un ritmo alto, queremos quitarnos este trago lo antes posible. Esta circunstancia hará que un futuro todos nuestros planes cambien.
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En un alto de la Ctra. perdemos a Santiago, ha pinchado, me vuelvo a ayudarle y seguimos. Antes de llegar a Alcazaren ya vemos el desvío de nuevo al camino de tierra. Félix nos comunica que lleva un rato que la rodilla le da pinchazos, en el trayecto a abusado del plato grande durante algunos Km y con los que ya llevábamos del día se puede haber hecho daño. Decidimos ir muy despacio y que él regule, podemos quedarnos en Alcazaren que es una población grande y hay albergue pero él mismo decide que puede seguir, en mi opinión Félix se forzó por el grupo ese día y los dos siguientes para cumplir las expectativas marcadas y teniendo en cuenta la lesión que después le diagnosticaron (rotura de fibras) su actitud fue muy noble. Se empieza a quedar en algunas cuestas y baja la marcha, por mi antigua y actual lesión de rodilla se perfectamente lo que se siente cuando uno ve que aunque pueda, no debe, para colmo no puedes volverte a casa desde donde quieras y encima vas con mas gente. Nos vamos esperando de poco en poco y de esta guisa llegamos a Valdestillas, donde tenemos que parar a la entrada del pueblo para que Santiago arregle otro pinchazo, una rato de asueto y seguimos. A la salida del pueblo se encuentra con su mujer y algunos de sus hijos. La idea es que lo recojan en Puente Duero porque el se tiene que volver a Madrid, pero como ya llevan un rato de espera se han subido. Nos dicen que ya queda poco y con muchas ganas de llegar seguimos. El tramo entre Valdestillas y Puente Duero se hace por Ctra. y bastante mala, poco arcen y mucho cernícalo al volante. En una curva, un coche con dos jóvenes, nos deja el miedo en el cuerpo por lo rápido que van.
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Puente Duero, final de etapa. Nos juntamos a la entrada del pueblo para ir en busca del albergue que esta al final. En la puerta el teléfono del hospitalario que esta en su casa, sábado, a estas horas y el albergue vació... leche, como el del blanco y en botella. Nos indica donde podemos coger la llave y que nos pongamos cómodos, él si puede se acercara hoy, si no mañana.
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Santiago carga todo en la furgoneta y se hace unas fotos en el albergue con su familia, se ve que le gustaría seguir , pero cuando no se puede no se puede. Nos despedimos de él.
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El albergue de Puente Duero es una maravilla, no es muy grande pero es acogedor, y si los sitios se valoraran por la gente que los habita o guarda seria doblemente maravilla. Cándido se presenta para indicarnos todo a la media hora y mientras limpiamos la bicicleta nos saca un vaso de vino que nos asienta el cuerpo en su sitio. Nos cuenta y escuchamos, a veces hablamos. Cuando nos ha explicado todo se va a recoger a un peregrino italiano que pasaría la noche en el albergue, a 100 Km de Santiago se hernio y ha tenido que dar la vuelta para ser atendido. Después de estar todos duchados Félix y yo nos damos fastun gel en nuestras rodillas, (cada uno en la suya), y organizamos todo para ir a cenar. En ese momento llega Cándido con Juan, así dice llamarse pese a ser de Córcega, se instala en la habitación de al lado. Cuando ya nos vamos me paro una rato a preguntarle si necesita algo del pueblo, me cuenta que tiene de todo, que la gente es muy amable y le han dado tantas cosas que a veces las ha tenido que regalar, queso, vino...en su mochila ha llegado a llevar 40 Kg. me dice, quizás de ahí la hernia. Me despido rechazando su invitación a comer pasta que hará en breve y nos vamos a cenar.
. No recuerdo en nombre del restaurante, pero se tendría que llamar “El cuarto la Mojama”. Al igual que el recuerdo que quedará en mi de Cándido es inmenso en gratitud, la camarera que nos atendió en la cena quedará en mi recuerdo de igual forma que la matanza de Texas. El restaurante esta al final de la calle del albergue, a la dcha.
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Sentados en la mesa esperamos leyendo la carta; menú del día que somos peregrinos...la camarera se acerca. Rubia de peluquería, pelo corto, enjuta, cara de mala leche, brazos de comer tocino:
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- (seca) ¿qué queréis?
Pedimos primeros y segundo. Le pregunto - ¿tenéis pasta? -.
- (Seca). NO.

Ante cualquier pregunta, seca como una mojama. Ante cualquier sonrisa, seca como una mojama. La mojama nos trae los segundos y veo que los filetes de cerdo que yo había pedido han tomado forma de ternera... cualquiera es el chulo que dice algo de la metamorfosis, que aquí no hay ambulatorio; me lo como. Ángel prueba la paciencia de la mojama pidiendo las cosas en lapsos de tiempo...- ¿me trae pan?, - ¿me trae un café?-, ¿me trae la sacarina? - ¿me trae agua?...mis nervios se tensan a cada pregunta, flota un humo denso, la situacion es tan tirante que hasta me como las patatas. La cena se desarrolla entre risas que disminuyen en volumen cuando la mojama se acerca. Al final, cafés para algunos y yo un chupito de hierbas para descargar tensiones. Seguramente la mujer no tendría su día, no siempre se puede estar alegre...hay que tomar mas fibra.
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De vuelta al albergue a la cama temprano que mañana hay que madrugar. Siempre suele pasar en estos casos que la cama se extraña, por muy acogedor del sitio. Nos deseamos buenas noches y nos metemos en el saco. Ya veremos mañana. Ultreia peregrinos.

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